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La pregunta se las trae, porque en la arquitectura confluyen casi todos los demás saberes. No sólo los meramente técnicos, físicos, relativos a la solidez de los materiales con los que se construye una estructura. Tampoco se puede afrontar el reto de dar vida una vivienda sin tener en cuenta la sociología, la psicología. Y ni aun así: la suma de todos ellos… no basta.
La casa es un lugar privado que debe ser capaz de generar espacios para la intimidad. Pero al mismo tiempo es fundamental su plena conexión con el contexto, con su circunstancia pública.
El arte de la arquitectura es un dialogo entre lo vivo y lo concreto, lo inmanente y su explicitación; y los mejores arquitectos del mundo son aquellos capaces de componer para y en una geografía urbana que, al mismo tiempo, están rediseñando en su conjunto. Construir para servir a los usos y, con el mismo empuje, dar dimensión a nuevos hábitos.
Por eso nos parece fundamental al hablar de Marcio Kogan destacar su capacidad para reinventar los espacios de los que se hace cargo. De su manera de interpretar la ciudad para mejorarla con lugares que, sin salirse de la frase escrita, amplían su significado.
Es eso que le convierte a Marcio Kogan en uno de los mejores arquitectos del mundo: su aptitud para añadir una nueva escena que mejora en la totalidad el continuo de la película que es la urbe.
Lo que caracteriza a los mejores arquitectos del mundo es su acierto en la producción de espacios nuevos que responden a preguntas y necesidades que la sociedad ya tenía pero que todavía no se habían planteado abiertamente.
Es decir: explicitar el ‘geist’ de cada tiempo y cincelar así un nuevo escalón en el devenir del progreso.
Esa fue la magia de Gaudí, que hizo real la aspiración de morar en el sueño. O el tino que fue característico del Movimiento Moderno que, con Le Corbusier, convirtió en plastilina el hormigón.
Y así, en cada jalón del acontecer, las épocas se han significado de la mano de sus arquitectos: desde el luterano delirio de Speer a la sensualidad nivosa de Alvar Aalto. Y más atrás y más arriba, en la cúspide: la universal majestad de Herrera.
Por la temperatura de sus construcciones, se suele entrever en Marcio Kogan la influencia de otro de los mejores, Van der Rohe. El diálogo entre genios es indescifrable, como indiscutible la contundencia de su acierto. Pero en la biografía de Kogan hay claves para entender su propuesta que no parten, curiosamente, de la hermosa arquitectura…
Antes de dedicarse plenamente a la construcción, Marcio Kogan fue también cineasta. Combinó la práctica de ambas artes durante un periodo de su carrera. No es de extrañar, entonces, la facilidad con la que Marcio Kogan asume la esencia multidisciplinar de la la arquitectura contemporánea y, tal vez por eso, se haya convertido en uno de los mejores arquitectos del mundo.
En la historia, como vemos en las grandes catedrales que con tanto mimo cuidan las ciudades que las recogen (o en cualquier otro monumento capaz de simbolizar una época), cada tiempo tiene una arquitectura que lo embelesa. Y no es tan sólo un encabalgamiento a un ciego progreso técnico, sino la más elevada expresión del fenómeno humano.
Ahora mismo, en cada pequeña ciudad de provincia, un arquitecto o una arquitecta está proponiendo a sus ciudadanos una nueva perspectiva sobre la ciudad.
O se ha hecho cargo de una rehabilitación que contemporice alguna pieza de arquitectura tradicional a un nuevo uso.
O alegremente ha dado con el lugar para alguna fantasía indómita o una proposición intimista… Hasta el más joven de los técnicos de la edificación saben que su menester rebosa en importancia por la exigencia que acuñan tiempos.
La suerte de Caledonian al contar con Marcio Kogan es saber que proyectos de máxima visibilidad, como el que se está llevando a cabo en Javier Ferrero (Madrid), serán, sin falla, un acierto pleno.
Ser punteros y vanguardistas en arquitectura es una responsabilidad del que se sabe observado en cada trazo, en cada matiz, en cada arista. Plenamente conscientes de que, si no fuera por Marcio Kogan, uno de los mejores arquitectos del mundo, los proyectos con los que aspiramos a que la nuestra siga siendo la muestra contemporánea más avanzada en construcción no sería posible que se llevaran a cabo.
Nuestra época… no es algo que podamos elegir. Pero eligiendo a Marcio Kogan, sabemos que obtendremos una respuesta y una propuesta, desde la más alta perspectiva, que nos permitirá seguir avanzando, escalón a escalón, en la búsqueda de soluciones e interpretaciones del espacio que puedan ser miradas como canónicas.
Construir es siempre avanzar hacia el futuro, resolutivamente. Nuestra meta, seguir abriendo el camino con viviendas que trascienden su área al ser capaces de transformar y hacer avanzar barrios y ciudades. Incluso épocas.
¿Cuál es la vivienda que cabe esperar que emerja en este tiempo? ¿Qué fuerzas son las que la empujan?Hoy en día, el gran valor de la conectividad tiene una traducción en arquitectura muy concisa: el espacio es plural. No cabe sentido único. El hogar es hogar para la vida: que sea ésta la que cree sus propios recovecos.
La vivienda debe guardar el disfrute familiar, de forma tranquila y segura; pero también debe haber un contacto con la comunidad, en la que, a fin de cuentas, los más pequeñitos van a socializar y crecer y los más grandes, también, van a disfrutar del ocio, la cultura y el deporte.
La labor de los mejores arquitectos del mundo es revitalizar espacios, tal y como Marcio Kogan ha conseguido al hacerse cargo del proyecto Caledonian Javier Ferrero.
Este lugar paradigmático está viviendo una transformación que va a ser capaz de voltear el destino de suelos de antiguo uso industrial hacia un nuevo nivel. Los apartamentos, que se contemplan para todo tipo de tipos de familia, incluso unipersonales, serán una asombrosa ejemplificación de cómo una herida en la malla urbana puede pasar a ser un macetero en que brote de nuevo la vida.
Son los nuevos modos y usos los que deben hacerse cargo de las áreas que en otro momento sirvieron para caducos propósitos.
Son los arquitectos como Marcio Kogan los que, dada su capacidad para reinterpretar esos espacios, nos dan la respuesta mucho antes de que planteemos la pregunta.
Toda una transición cinematográfica que a través de los planos es capaz de eclosionar lo mejor de nosotros mismos, conjugando varias dimensiones, como la íntima y más personal de la familia que se complementa y enriquece de su papel en la comunidad del barrio.
Nos enorgullecemos de nuestro acierto de haber contado con Marcio Kogan para este proyecto en el madrileño barrio de Pradillo.
Se ha conseguido una maniobra quirúrgica en la ciudad que, de repente, cambia un hoyo urbano por un hito. Se va a conseguir que esta colección de viviendas trascienda sus propios muros para ser un nuevo significante en la comunidad que mejora los estándares de vida en el área.
Esa es la labor de los mejores arquitectos del mundo, como Marcio Kogan: reposar la musculatura fatigada del fenómeno urbano con arcillas, vendas y rehabilitarla, volverla hábil y motriz de nuevo: contemporizarla para los nuevos modos de vida.
La biografía de Marcio Kogan es el recorrido por el crecimiento de una persona con . Su dedicación al cine puede ser sorprendente para algunos. Pero en la tarea de la arquitectura contemporánea, la multidisciplinariedad es, no ya un valor, sino un requisito.
Edificar viviendas para las familias del hoy obliga a asumir un nivel de exigencia enorme. Las sociedades han ido superando viejas dicotomías que exaltaban el divorcio entre necesidad y ostentación para aceptar el pulso enérgico, vibrante y emprendedor de la vida.
Hoy, una vivienda es un placer, una apuesta por la comodidad y, claro está, la seguridad.
El cine, llamado séptimo arte, es la gran manifestación cultural del siglo XX. La más elaborada representación que de sí hiciera el ser humano. Llevar su dinamismo a la arquitectura quiere decir aceptar que la vivienda no es un marco estático.
Es un armazón dinámico de un relato de vida. Cuando los mimbres son los mejores materiales, el perfecto acunado de los espacios que los mejores arquitectos del mundo, como Marcio Kogan, son capaces de abrazar, ocurre. Y la prueba es el resultado.
La vida no se muda bajo el dintel de una puerta: el arte de Marcio Kogan y su estudio consigue resolver positivamente la continuidad interior-exterior. De esta manera, el trabajo de ajardinamiento y paisajismo se convierte gradualmente en nutriente de la propuesta de interiorismo… y viceversa.
Si cabe listar a Marcio Kogan entre los mejores arquitectos del mundo es por su capacidad para abordar los aspectos más auténticos de la vida contemporánea en su propuesta arquitectónica.
Esto quiere decir que el cuidado por el detalle es el máximo, pues en el «entre» de entre los puntos, es donde surgen los movimientos relevantes. La clave de ese habitar tranquilo pero creativo o poético está en el perfecto balance de los espacios.
La clave es dar autonomía, significado a cada escena; sin renunciar a interpretarla como pieza de un espacio, obra o relato mayor.
Una vez más nos encontramos ante la resolución de un conflicto que todavía estaba incubado, el de la nostalgia del sentido.
La labor de la arquitectura contemporánea y lo que hace de Marcio Kogan uno de los mejores arquitectos del mundo es el proponer, desde un formalismo caracterizado por una sencillez llevada al paroxismo, la revitalización de los escenarios.
Crear, hacer realidad viviendas que se vuelven arquetipos, máxima expresión del gusto contemporáneo.
Siempre dotadas de esa irradiación contundente que hace que, en los barrios donde las intervenciones de Marcio Kogan tienen lugar, eclosione una nueva propuesta de relato que remasteriza el canon del film vetusto de antaño.
Cuando en Caledonian nos mostramos orgullosos de contar con uno de los mejores arquitectos del mundo, Marcio Kogan (y su estudio), es porque sabemos que necesitamos de dicho talento para hacer frente a los retos de los que queremos hacernos cargo.
Así ha sido y ha podido ser en los proyectos de Altos del Hipódromo I y II; en nuestra aventura «Oficina A6 HQ», en Caledonian Somosaguas y en Concept Valdemarín y, por supuesto, en Javier Ferrero.
Todos estos proyectos responden a nuestra inquietud por dar salidas a las fuerzas que nos mueven y que se concretan en apuestas por la máxima calidad. Todos ellos han sido proyectos en los que nos hemos arriesgado haciéndonos visibles de la forma más vanguardista posible.
No pensamos nuestra labor como una más. Entendemos que construir es, ante todo, aportar. Y si nuestra preocupación por los materiales nos lleva siempre a lo óptimo, no iba a ser menos en lo referido a las formas. Una cuestión y otra son complementarias, y ambas vienen dadas por un sentido: el de generar espacios para la vida.
Cuando este intérprete es Marcio Kogan, uno de los mejores arquitectos del mundo, y además de con él se puede contar con su estudio y colaboradores… no nos queda otra que encontrarnos satisfechos de lo que estamos haciendo.
Entre otras cosas, porque trabajar con un talento innovador como Marcio Kogan es un estímulo diario para la creatividad más poética. Sabemos que de su mano, el siguiente paso tendrá todavía más significado, más color, mejor aterrizaje…
A dónde va a llevarnos este camino es algo que todavía tenemos que descubrir. Escena a escena: como en el final de una película de cine dirigida por un genio.
Un aspecto fundamental que hay que tener en cuenta de toda esta aventura es la retroalimentación que obtenemos de nuestros clientes. Sabemos que acertamos porque recibimos el «sí» rotundo de quienes confían en estas propuestas. Y con ello depuramos el ralentí de nuestro avanzar en el día a día. Segura… y firmemente.
Hoy, con el bagaje de una larga cooperación con el estudio de Marcio Kogan, a quien consideramos uno de los mejores arquitectos del mundo, la confianza en el éxito que provee su talento y su firma nos permite seguir abriéndonos a, cada vez, más novedosas propuestas.
Todo ello, claro está, siempre sin perder el contacto con lo que los clientes están pidiendo. Con una escrupulosa dedicación al qué de lo querido.
Con Marcio Kogan, intérprete como ningún otro de ese subconsciente colectivo, queremos pensar que no solo hemos sido acertados… sino que seguiremos acertando.